El recorrido. Con más determinación que azar, se nos presentó, como posibilidad y limitante a la vez.
La posibilidad. A partir de una limitante, el punto de salida, nuestra casa. Lugar, espacio en el mundo. Nuestra casa y el barrio, el barrio expandido. Lugares que no recorreríamos como caminantes.
La limitante. La frontera que nos determina, nos prohíbe cruzar.
El lugar se transforma, nos divide, sensación de exclusión, de prisión.
La mirada toma distancia acercando con mayor rigor, rigor de exámen, lo que queda fuera de nuestro acceso. Lo otro.
Frontera imaginaria propuesta como lugar límite.
Dentro y fuera, espacios arbitrarios que se nos presentan como encierro y libertad, dominación y liberación.
La frontera es un ejercicio del poder y está en nosotros quitarlas, castigo y recompensa.
Al final del recorrido pensamos si hicimos lo correcto, lo pautado, quizás con alguna trasgresión.
Quedó instalado nuestro objeto, fuera de todo abrigo, a la intemperie, desprotegido, como lo estamos todos, siguiendo nuestro propio camino.
Isabel Domínguez
